Cultura de La Tène: La expansión de los celtas

Map of Hallstatt, La Tène areas

Áreas de influencia de Hallstatt y La Tène

Si la semana pasada os hablábamos de la “Cultura Hallstatt” hoy os traemos lo que se considera dentro del campo investigador como una evolución de esta y se define con unas características sociales, culturales y artísticas plenamente celtas: la “Cultura de la Tène.”  

La Tène debe su nombre al yacimiento que se encuentra cerca del lago Neuchatel en Suiza dentro del área de influencia de la antigua cultura hallstática. Como ya os informamos la Cultura de Hallstatt está periodizada hasta el 450 a.n.e. aproximadamente, tiempo en el que se produce un gran cambio en los modos de vida de centro Europa con la denominada Segunda Edad del Hierro. Hacia el siglo V a.n.e. los principales asentamientos hallstáticos comienzan a experimentar una decadencia y, a su vez, los territorios situados más al Occidente europeo experimentan un aumento demográfico importante. En este mismo momento observamos el crecimiento de la producción del hierro, por lo que ahora serán las zonas que posean este tipo de minería las que crezcan en contactos comerciales con otras zonas del Mediterráneo, sobre todo, de la parte oriental. De este modo, los territorios de la cultura lateniense son los que destacan a partir de este momento llegando incluso a desarrollar su propia moneda a imitación de las estáteras macedonias. 

Potines de la Galia

Si para Hallstatt hablábamos de la periodización dada por Paul Reinecke, en este caso, la periodización dada para la cultura de la Tène nos la proporciona el arqueólogo John Collins basándose en las actuaciones o modos de organización que presentan estos territorios. Así, tenemos la denominada La Tène A o periodo clásico (500 a.n.e.- 400 a.n.e.), la Tène B o periodo de expansión (400 a.n.e.- 150 a.n.e.) y la Tène C o periodo de los oppidas (150 a.n.e.- 50 a.n.e.). Como vemos, su finalización se marca tras la conquista de las Galias por parte de Julio César.

A pesar de crecer en los contactos comerciales con otras partes del mediterráneo oriental, la sociedad lateniense se nos presenta como una sociedad bastante autárquica dependiente de su propia agricultura y ganadería. Estaba compuesta por unidades familiares, después denominadas clanes, que se articulaban alrededor de un jefe o “caudillo”. Este sistema sociopolítico de organización hizo que se produjera una fuerte expansión, trasladando así el excedente poblacional por toda Europa, y conquistas militares, a medida que avanzaba el tiempo, llegando incluso a saquear Roma en el 387 a.n.e. con Breno como jefe, o instalándose en zonas tan orientales como Anatolia, fundando Galacia entre los siglos III y II a.n.e.

HISTORIA UNIVERSAL

Expansiones célticas desde las zonas latenienses

Como vemos, se produjo un importante desarrollo militar que dio paso a la aparición de las denominadas espadas de La Tène. Sobre este aspecto, y sabiendo que algunas de las migraciones de la cultura lateniense se produjeron hacia Hispania, existe un interesante debate sobre la tradición del gladius hispaniensis. Algunos investigadores opinan que es una derivación del tipo de espadas de La Tène I o A y otros abogan por indicar que nada tendría que ver siendo producciones independientes y distintas (véase Quesada Sanz, F. 1997 y Almansa Fernández, M. 2015), pero ello es una cuestión que abordaremos en futuras entradas. El caso es que este tipo de armamento se vería inferior y poco útil en los enfrentamientos contra Roma, como nos indica Polibio (II. 30, 8; II. 30, 2-6), concretamente, durante el enfrentamiento en Telamón:

“Los galos [...] eran inferiores, tanto en su formación como hombre a hombre, esto por la fabricación de sus armas [...] La espada (machaira) gala sólo hiere de filo ... "
"En peleas anteriores habían observado que todos los linajes galos son muy temibles y arrojados en el inicio del ataque, mientras todavía están intactos. Se ha notado ya que, por su construcción, las espadas galas sólo tienen eficaz el primer golpe, después del cual se mellan rápidamente, y se tuercen de largo y de ancho de tal modo que si no se da tiempo a los que las usan de apoyarlas en el suelo y así enderezarlas con el pie, la segunda estocada resulta prácticamente inofensiva. Los tribunos entregaron a las unidades emplazadas en primera línea las lanzas de los triarios [94] , situados detrás de ellos, y ordenaron a los soldados usar las espadas sólo como sustitutivo. Entonces, en formación, arremetieron de frente contra los galos. Así éstos emplearon sus primeros golpes contra las lanzas, con lo que sus espadas quedaron inútiles. Los romanos entonces acudieron al combate cuerpo a cuerpo y los galos perdieron en eficacia, al no poder combatir levantando los brazos, que es la costumbre gala, puesto que sus espadas no tienen punta. Los romanos, en cambio, que utilizan sus espadas no de filo, sino de punta, porque no se tuercen, y su golpe resulta muy eficaz, herían, golpe tras golpe, pechos y frentes, y mataron así a la mayoría de enemigos."
 
La Tène swords
Espadas halladas en el yacimiento de La Tène

Por último, debemos mencionar que los enterramientos siguieron la tradición de la inhumación, pero en este caso no se han encontrado las tumbas principescas en túmulos ni tampoco con grandes ajuares presentándonos una sociedad sencilla que no se preocupaba por la acumulación de riqueza a pesar del gran desarrollo comercial que experimentaron estas sociedades. 

En la próxima entrada trataremos en mayor profundidad las características del arte lateniense, hecho interesante que en Irlanda duró hasta el siglo V d.n.e. Os sugerimos no perdérosla.


BIBLIOGRAFÍA:

- ALMANSA FERNÁNDEZ, Marco. (2015). "La arqueología experimental como base de la reconstrucción histórica militar romana". En: Martínez Ruiz, E. y Cantera Montenegro, J. Perspectivas y novedades de la Historia militar: una aproximación global. Ministerio de Defensa, Tomo I, pp. 211-231.

- QUESADA SANZ, Fernando. (1997). "¿Qué hay en un nombre?. La cuestión del gladius hispaniensis", Boletín de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología, 37, pp. 41-58.


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